Buonasera, ¡bienvenidos a la ciudad eterna!
Tocaba volver a Italia, esta vez a su capital y, aunque parece pequeña...no os dejéis engañar, porque no lo es.
Voy a dividir la experiencia en 3 días. En 3 días puedes verte la ciudad bien pero sin ser ocioso. Yo la vi en dos días y una tarde y haber contado con al menos una mañana más hubiera sido un detalle. Pero no pudo ser.
Así que os animo a que calentéis motores y lo cogáis con ganas porque no vais a parar.
Empiezo con la parte de la ciudad más "moderna" y el centro histórico. Nosotros estábamos alojados al lado de la estación de tren y metro de Termini y echamos a andar desde ahí. El camino que hicimos fue básicamente el que hace la línea 1 de metro.
El metro es un medio de transporte alternativo, igual que la bicicleta. Pero de metro solo tienen dos líneas (1 y 2) y para ir viendo cosas no te merece la pena cogerlo. Para ir al Vaticano, por ejemplo, sí (pero ya llegaremos).
Y la bicicleta...bueno, Roma no es una ciudad llana como Florencia, tiene unas cuestas considerables de las que te quieres morir cuando vuelves después haber estado pateando todo el día, que hasta piensas: "si es que me da igual, me quedo a dormir aquí, en la calle, en ese portal, ¡uy! si parece acogedor y todo"... Y aparte de eso, si en Florencia estaban un poco zumbados, en Roma les dan cien vueltas. Ni automóviles ni motos ni bicis respetan nada ni a nadie, ni entre ellos, y mucho menos al peatón. Si elegís esa opción porque os gusta vivir al límite, pegaros mil ojos más al cuerpo y llevadlos bien abiertos.
Así pues, nosotros empezamos en Termini y pasamos por la Piazza della Repubblica.
Antes de continuar tengo que decir que si Roma es bonita de día, de noche es preciosa. Es como ver otra ciudad diferente. Personalmente, me gustaba mucho más que de día.
Desde esta plaza seguimos hasta la Piazza Barberini cuya fuente no vimos porque estaba tapada por obras. Pero no vais a quedaros sin ver lo que nosotros nos perdimos.
Continuamos por la Via Sistina y llegamos hasta la iglesia Trinità dei Monti. Es una más bien pequeña iglesia situada en la parte superior de las escalinatas que te llevan hasta la Piazza di Spagna.
Roma es la ciudad de las fuentes, de los obeliscos y de las iglesias. Aquí a la izquierda os he puesto un ejemplo que lo manifiesta. Pero, sobre todo, es una ciudad de iglesias. Y son muy tiquismiquis a la hora de entrar. Cuando entré en este templo vino la mujer encargada de controlarlo, por así decirlo, a decirme que me tenía que cubrir (iba con una camiseta sin mangas, ya no tirantes). Si vais en verano os aconsejo llevar un pañuelo o fular para echároslo por encima por si acaso. Con eso vais más que servidas (menos en el Vaticano).
Desde la entrada de esta iglesia, al estar en alto, se puede ver la cúpula de la Basílica de San Pedro a lo lejos. Ahí te haces una idea de cuan realmente grande es Roma. Y si miras hacia abajo, ves una gran escalinata llenísima de gente y algún que otro carabinieri paseando, para acabar en la fuente de la Piazza di Spagna.
Es una fuente muy pequeña pero con mucha afluencia, además, de la que bebe la gente. Lugareños, turistas, tipos vendiendo rosas...Yo me quedé asombrada porque a mi ni se me hubiera ocurrido beber de una fuente pública de este tipo, donde cualquiera, si quiere, puede tirar basura, mojarse la cara, mojarse los pies (sí amigos, es una guarrada), ¡y luego beber de ahí! Pues la gente sin ningún problema. Así, si llegados allí tenéis sed y no os apetece que os "roben" por una botellita de agua y no sois escrupulosos, de ahí sale el agua gratis y fresquita.
Desde esta plaza siguiendo por la Via del Babuino llegáis enseguida a la Piazza del Popolo. Esta es más grande, también tiene un obelisco en el centro (que data del siglo XIII a.C. de la época de Ramses II) y su entrada principal, desde o hacia la Via del Corso (una de las calles más importantes de Roma), está flanqueada por dos iglesias gemelas por fuera, pero distintas en su interior.
Desde esta plaza siguiendo por la Via del Babuino llegáis enseguida a la Piazza del Popolo. Esta es más grande, también tiene un obelisco en el centro (que data del siglo XIII a.C. de la época de Ramses II) y su entrada principal, desde o hacia la Via del Corso (una de las calles más importantes de Roma), está flanqueada por dos iglesias gemelas por fuera, pero distintas en su interior.
Y seguiiiimos andando. Tomamos la Via di Ripetta y pasamos al lado del monumento que fue el Mausoleo de Augusto. Está en ruinas y no se puede acceder, pero sus restos están en un edificio justo enfrente. Bueno, sobra decir que os van a cobrar por todo. No esperéis entrar en ningún sitio gratis (salvo en la Basílica del Vaticano, ojo, la iglesia, no los Museos Vaticanos).
Pasado el Mausoleo cruzamos el río Tiber por el puente Cavour y caminamos por esa acera hasta llegar al puente junto a la Piazza dei Tribunali. Llegados a ese punto, teníamos el Vaticano a un paso, pero decidimos que mejor nos adentrábamos de nuevo en el centro. Así que volvimos a cruzar el río por el puente Umberto I.
Desde este puente se puede ver también el Vaticano porque ya digo que está relativamente al lado. Seguimos nuestro plan y callejeando un poco, pero poco (siempre con nuestro mapa eso sí), llegamos a la Piazza Navona.
Pasado el Mausoleo cruzamos el río Tiber por el puente Cavour y caminamos por esa acera hasta llegar al puente junto a la Piazza dei Tribunali. Llegados a ese punto, teníamos el Vaticano a un paso, pero decidimos que mejor nos adentrábamos de nuevo en el centro. Así que volvimos a cruzar el río por el puente Umberto I.
Desde este puente se puede ver también el Vaticano porque ya digo que está relativamente al lado. Seguimos nuestro plan y callejeando un poco, pero poco (siempre con nuestro mapa eso sí), llegamos a la Piazza Navona.
Esta plaza tiene forma de circo romano porque en su origen fue un estadio construido por Domiciano entre el 81 y el 96 d.C. en donde tenían lugar juegos deportivos combinadas con otras actividades más intelectuales y con actividades de música y poesía.
En su centro se encuentra la Fuente de los cuatro ríos, que es la obra maestra de Bernini. Las cuatro estatuas de esta fuente son una alegoría del Danubio, el Ganges, el Nilo y el Río de la Plata, de modo que cada una simboliza a Europa, Asia, África y América.
Además, a cada lado de esta fuente central, hay dos fuentes más, en el extremo norte la de Neptuno y en el sur la del Moro.
En su centro se encuentra la Fuente de los cuatro ríos, que es la obra maestra de Bernini. Las cuatro estatuas de esta fuente son una alegoría del Danubio, el Ganges, el Nilo y el Río de la Plata, de modo que cada una simboliza a Europa, Asia, África y América.
Además, a cada lado de esta fuente central, hay dos fuentes más, en el extremo norte la de Neptuno y en el sur la del Moro.
Si no os apetece volveros a patear todo de noche para tener que verlo de otra forma, al menos sí os aconsejo que esta plaza la incluyáis en vuestra ruta nocturna, así como la Fontana di Trevi o el barrio del Trastevere. La plaza está llena de gente y artistas, tanto de día como de noche, pero de noche toma un cariz como más bohemio, más mágico todo.
Sea como fuere, llegamos al Panteón. Aunque en su frontón aparezca escrito el nombre de Agripa, no fue este su constructor sino que es obra de Adriano. El que erigió Agripa no sobrevivió al incendio del año 80 a.C. El monumento que mandó hacer después Adriano se salvó años más tarde gracias al papa Bonifacio IV quien lo consagró como basílica, de ahí que también se le conozca como basílica di Santa Maria ad Martirios.
Lo curioso de este monumento, a parte de lo inmenso que es, es su apertura central de la cúpula (cuyo diámetro es más grande que la de la Basílica del Vaticano, con 43,3m). Ese oculo no se cierra nunca, por lo que el suelo de la nave del Panteón es ligeramente convexa para que el agua que caiga fluya fácilmente hacia un canal que recorre todo el perímetro, recogiendo ese agua y drenándolo hacia el exterior.
Y por cierto, a este sitio se puede entrar sin pagar y es majestuoso. No os lo tenéis ni que pensar. Además contiene las tumbas de uno de los reyes de Italia: Emmanuel II y del artista mundialmente conocido Rafael.
Avanzamos pues en nuestro pequeño paseo por calles y calles, y entre monumento y monumento y tiro porque me toca y, cruzando de nuevo la Via del Corso, de repente te encuentras con la Fontana di Trevi.
Me encanta esa fuente. Siempre lo ha hecho y como ya sabía lo que me iba a encontrar, me gustó mucho más. Y vuelvo a decir, de noche sobre todo.
Para que no os llevéis una decepción os avisaré diciéndoos que no es grande para nada. Entendedme, la fuente lo es, es una mega fuente. Pero la plaza en la que se encuentra no, porque está pegada a edificios que le dan gran sensación de pequeñez. Y, por supuesto, está masificada de gente. A menos que vayáis un día de invierno por la noche en la que haya pocos turistas, siempre la vais a encontrar llena. Pero a mi me mereció la pena. Es preciosa.
Las fotos sin nadie que os moleste van a ser difíciles pero no imposibles. Como dije en el caso de Florencia, los turistas se hacen la foto y te dejan hacértela a ti como buen turista más que eres. Es como un acuerdo invisible al que llegas con las demás personas: yo no te molesto si tu no me molestas y cuando termine de hacerme la foto te dejo a ti y viceversa. ¡Genial!
Encontrareis a vendedores ilegales de fotos. De estos que van con una cámara tipo Polaroid que os dan la foto en el momento. Hay muchos pero están muy controlados por la policía. Tanto ellos como los turistas que deciden comprárselas. Te pueden meter una multa sustanciosa, así que no os la juguéis, porque hoy en día no tenemos una cámara, sino dos o tres. No te renta arriesgarte.
Supongo que es por todos conocido el hecho de que si tiras una moneda a la fuente mientras pides un deseo, este se te cumple. Bueno pues además también se dice que si tiras otra moneda, quiere decir que volverás a Roma. Pero atención viajeros que hasta hay un modo concreto de cómo tirar esa moneda si queréis volver o hacer realidad vuestros deseos: de espaldas a la fuente, con la mano derecha, tenéis que tirar la moneda por encima de vuestro hombro izquierdo. ¡Y ya está!
Era muy divertido ver cómo la gente tiraba las monedas como les daba la gana y decir: "uy señora, ¡usted no vuelve!", "uy señor, creo que su deseo de tener un Mercedes nuevo no se cumple", "¡vaya que lástima señora, que su hijo aun no se va a ir de casa!"... y todo lo que queráis imaginaros. Te lo puedes pasar muy bien.
Después ya estábamos hambrientos y cenamos muy cerca de la Fontana en una pizzería llamada Pizza Roma, en la Via in Arcione. Cenamos estupendamente. No era caro y sobre todo, no nos cobraron coperto o tenedor o servicio, como queráis llamarlo. Es decir, que si querías les dejabas propina o no. Las camareras eran muy majas y nos atendieron muy bien y muy amables. Y la pizza estaba 'riconuda'.
De todas formas, esas calles están plagadas de restaurantes, pizzerías y demás. Tendréis dónde elegir.
Y ya con la tripa llena, haciendo la sobremesa de rigor, echamos a andar de nuevo de regreso al hotel. Reventados. Pero contentos.
Todo este recorrido lo hicimos en una tarde. Si disponéis de un día entero, mucho mejor, porque podréis pararos a disfrutar más tiempo de donde estáis, observar lo que os rodea, a la gente, las costumbres, los paraguas para perros...pues lo típico vaya.
¡Espero que lo disfrutéis!
¡Hasta dentro de unos días!
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